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Este blog se hizo con el fin de expresar un simple punto de vista (el de mi colega junto con el mío) sobre la realidad que vivimos actualmente. En los próximos días nos centraremos en las problemáticas que Irán, un país del continente asiático, ha tenido últimamente.
Esperamos que encuentren interesantes nuestras publicaciones.

Muchas gracias y esperamos que nos sigan leyendo.

martes, 22 de noviembre de 2011

historia - antiguedad

Antigüedad
Artículo principal: Imperio Persa
A comienzos del III milenio a. C. aparece en Susa una forma de escritura, posiblemente derivada del sistema sumerio para representar la lengua elamita. El Imperio elamita del sudoeste de Irán compite con los imperios vecinos de Babilonia y Asiria. A partir del 2000 a. C. los medos y los persas, pueblos arios o indoeuropeos, comenzaron a desplazarse desde las llanuras del sur de Rusia y Asia Central hacia Europa y Asia. A mediados del siglo VII a. C., grupos de tribus iranias identificadas como medos, establecidos al norte y noroeste de Irán, se libran del yugo asirio, estableciendo su poder sobre la región. Gracias a Ciáxares y Astiages se acaba con el poderío asirio, tomando Nínive en 612 a. C. y fundando el primer imperio iranio. De ese mismo período son las fuentes que mencionan a Ciro I, rey de Anshan.
El dominio meda, no obstante, fue breve, gracias a la labor emprendida por un noble persa de la familia Aqueménida, Ciro (555-529 a. C.), rey de Anshan, quien unificó a los persas, sometió a los medos y conquistó Babilonia, Siria, el Levante mediterráneo y Asia Menor. Su labor de conquista fue continuada por su hijo y sucesor, Cambises (530-522), quien se anexionó Egipto y marcó la máxima extensión del Imperio aqueménida, configurando el mayor imperio hasta entonces conocido en el Próximo Oriente.
Mapa del Imperio aqueménida; puede verse el Camino Real de Susa a Sardes.
El esplendor del Imperio persa viene marcado por la figura de Darío I (522-486). Se dedicó fundamentalmente a organizar el extenso imperio heredado a través de satrapías. Elaboró una red de caminos con los que se pretendía unir las diversas partes del imperio, el más famoso de los cuales es el Camino Real de Susa a Sardes, y también palacios y monumentos en las capitales: Susa y Persépolis. Convirtió en religión oficial el mazdeísmo. Con él comenzó también el declive del Imperio aqueménida, al emprender una lucha contra los griegos que se conocería como las guerras médicas y que continuaron sus sucesores: Jerjes I, Artajerjes I, Darío II, Artajerjes II y Darío III. Las continuas derrotas de los persas culminaron con la invasión (en 334 a. C. y fin del propio imperio por Alejandro Magno (336 a. C.). A su muerte, los sucesores o Diádocos se repartieron sus territorios, y pasó a Seleuco I Nicátor (300 a. C.).
Los seléucidas gobernaron durante una época de gran debilidad, tanto externa como interna. El declive del imperio seléucida fue aprovechado por la dinastía arsácida de Partia, que gobernó el antiguo Irán a partir del año 250 a. C. Los partos (Parni) eran un pueblo de origen septentrional, que construyeron un imperio a partir de la región a orillas del mar Caspio. En los cuatro siglos siguientes, los partos defendieron el territorio de la antigua Persia frente a los romanos, al tiempo que funcionó como intermediario entre Roma y China. En 226 surge el Imperio sasánida (226-652) que luchó a lo largo de los siglos contra los romanos, los bizantinos y las tribus que lo acosaban desde Asia Central. Sólo la invasión árabe del siglo VII, en plena expansión del Islam, pudo ponerle fin con la derrota del último sah, Yazdgard III.

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